Migración: se acerca la hora de la verdad


WASHINGTON.— Hasta hace poco, el debate sobre una reforma migratoria era un tema tabú en los pasillos del Congreso de Estados Unidos. Entre los republicanos, el mantra parecía ser: “por el momento no hay estómago para una reforma”, que muchos consideraban como una forma de amnistía.
Tras la victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales noviembre pasado, el cambio de paisaje ha sido drástico. El decisivo apoyo del electorado latino, que se volcó con un 71% a favor de Obama, marcó un antes y un después para quienes aún se siguen resistiendo a la legalización de poco más de 11 millones de indocumentados que viven en EU.
“Al parecer, la resistencia instintiva de los republicanos a una reforma migratoria amplia ha dado paso a una resignación instintiva”, dijo Ed Gillespie, estratega republicano, en alusión al gradual deslizamiento de los republicanos a favor de una reforma migratoria que incluya una vía a la ciudadanía.
En vísperas de que se introduzca la legislación que apadrinan un grupo de ocho senadores demócratas y republicanos, decenas de organizaciones tomaron la semana pasada las calles de esta capital para exigir un acuerdo en el Congreso. La consigna ha sido no ceder ante quienes intentan cancelar la posibilidad de una vía a la ciudadanía y evitar que miles de familias sigan sufriendo un ambiente de persecución.
“Nosotros no vamos a bajar la guardia. Mucho menos en estos momentos en que se negocian los términos de la iniciativa. Vamos a estar muy pendientes del contenido de la propuesta, vamos a acudir a las audiencias y vamos a seguir marchando para presionar y evitar que el sector más conservador del Partido Republicano imponga condiciones muy duras en la iniciativa”, dijo Angélica Salas de la Coalición de Los Angeles por los Derechos Humanos del Inmigrante (CHIRLA).
“Los senadores que han trabajado en la iniciativa saben muy bien que será un gran fracaso si la propuesta que introduzcan no es un producto de calidad. Nosotros vamos a vigilar para asegurarnos de que las condiciones en la iniciativa no se conviertan en un castigo para nuestra comunidad”, añadió Salas en alusión a los plazos de espera para adquirir la residencia, a los criterios para la revisión de los antecedentes criminales y a las multas que deberán pagar quienes se embarquen en el proceso de legalización para salir de las sombras.
En la recta final de las negociaciones, el presidente del Comité de Justicia del Senado, Patrick Leahy, ha anunciado formalmente la celebración de la primera audiencia para el miércoles 17 de abril. Entre quienes rendirán testimonio se encuentra la Secretaria de Seguridad Nacional (DHS), Janet Napolitano, quien intentará acallar los reclamos de quienes, desde las filas republicanas, insisten en que la frontera con México sigue siendo muy insegura.
Precisamente, la seguridad de la frontera con México se ha convertido en el asunto más delicado y contencioso. Desde los grupos de presión del ala conservadora, algunos de sus líderes han insistido en que mientras no haya una garantía plena de seguridad en esa frontera, las negociaciones para conceder una vía a la ciudadanía a los indocumentados tendría que esperar. Fuentes familiarizadas con las negociaciones confirmaron que en el lenguaje de la iniciativa se establece que se deberá reforzar al 100% la vigilancia en la frontera y elevar al 90% la cuota mínima de detenciones. Además se deberá reforzar y mejorar el sistema de verificación para controlar la entrada y salida de personas con visas temporales.
El presupuesto tentativo para cumplir con estos objetivos ronda los 5 mil 500 millones de dólares adicionales al presupuesto que ya se asigna a la seguridad fronteriza. Según los cálculos de distintos expertos e instituciones la seguridad fronteriza demanda una inversión anual de entre 17 mil y 18 mil millones de dólares.
Al margen de estas precondiciones, quienes se encuentren de forma ilegal en el país, deberán esperar 10 años antes de acceder a una tarjeta de residente.
En medio de un constante estira y afloja en las negociaciones, organizaciones reunidas en Washington han manifestado sus temores de que, en la recta final, el proceso vaya a descarrilarse. “Algunos de nosotros tememos que el Partido Republicano no sea capaz de contener a su sector más radical y que éste se haga con las riendas a la hora de negociar la iniciativa y las enmiendas en la Cámara Baja”.
Para la mayoría de los analistas y operadores en el Congreso, los republicanos tendrían a toda costa que evitar el asalto de su sector más conservador y aprovechar que los vientos soplan a favor de una reforma migratoria justa y amplia, sobre todo cuando 64% de la población, según un sondeo realizado por The Wall Street Journal quiere una reforma que incluya una vía a la ciudadanía.
Jaime Hernandez corresponsal, El Universal, 15 de febrero.

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