La hora de la realidad


BUENOS AIRES.— Las de ayer en Venezuela no han sido unas más, porque han marcado el inicio constitucional de la era post Chávez.
El chavismo sin el fallecido presidente Hugo Chávez y una oposición consolidada con un resultado que viene creciendo desde el 2006, marca un nuevo punto de partida, una nueva era política cargada de grandes de desafíos
“Ya no se puede hablar de una polarización marcada por medio país que se opone a un líder carismático, como lo era Chávez; ahora hay dos sectores bien definidos, dos proyectos de país que se contraponen”, explicó el sociólogo Tulio Hernández.
Ayer desde temprano, en una jornada que tuvo ciertas irregularidades y más de 40 detenidos por presuntos delitos electorales, Nicolás Maduro advertía que si perdía por un voto era capaz de reconocer el resultado, pero que si ganaba de la misma manera esperaba que lo reconocieran.
Una frase para comenzar a enrarecer el clima, junto a algunos episodios denunciados vía Twitter tanto por la oposición como por el oficialismo. Incluso el propio Henrique Capriles dejó en 140 caracteres la frase. “Están sembrando un resultado que no existe…”
Una vez que se aplaquen los ánimos, amainen los chisporroteos que dejó esta primera elección de la V República sin el líder omnipresente, y se enfríen las cenizas de la elección, los venezolanos volverán a su cotidiana realidad: la de la devaluación a la vuelta de la esquina, la inflación galopante, la falta de dólares para paliar lo que no se produce en el país y la escasez de productos.
Ya no está Chávez para convertirse en el mago que oculta la crisis y la falta de gestión. Maduro deberá brindar soluciones inmediatas y los cambios que la propia base social del chavismo viene reclamando, si no quiere que todo le explote en sus manos y la dinámica interna del chavismo fagocite su frágil liderazgo.
La oposición, que viene de derrota en derrota, sólo atina a mantener una endeble unidad detrás de la figura de Henrique Capriles, el hombre que sacrificó su imagen varias oportunidades en seis meses para intentar lo que parecía una quimera: ser un opción de poder en la nación bolivariana.
Las horas que vendrán dirán si hay atisbos de una crisis postelectoral. Algunos analistas lo descartaban anoche, a pesar de los tuits y de los llamados a defender el voto. Más allá de esa posibilidad, ayer arrancó una nueva era política con la misma realidad desde hace 14 años de problemas estructurales inconclusos. A primera vista un período de seis años de gobierno, en la actual coyuntura parecen una eternidad, pero como todo en Venezuela, lo impredecible también juega su propio partido.
José Vales corresponsal, El Universal, 15 de abril.

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