Espaldarazo de Peña a Rosario Robles: “hay que aguantar”


Ante indígenas y campesinos llegados muy temprano de la geografía chiapaneca y quienes como él habían escuchado al brasileño Luiz Inacio Lula da Silva decir que el hambre no se debe a otra cosa, sino a la falta de vergüenza de los gobernantes, el presidente Enrique Peña Nieto reivindicó su política social. Combatir la pobreza es prioridad y la razón más importante del quehacer de su administración y por ello no aceptó las “críticas y descalificaciones” de quienes, aseguró, sólo están preocupados por la política y las elecciones.
El hambre en la cual viven millones de mexicanos “no tiene partido, no tiene color, no tiene interés partidario”, estableció. Y ahí mismo respaldó a la titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) ante los señalamientos recientes sobre el manejo con fines de proselitismo electoral de los programas de esa dependencia.
“Y yo le decía (...) Rosario, no te preocupes, hay que aguantar. Porque han empezado las críticas, las descalificaciones de aquellos a quienes ocupa y preocupa la política y las elecciones. Pero nosotros tenemos un objetivo claro, una tarea comprometida con los mexicanos, que es acabar con el hambre”, indicó
Desde la ciudad de México habían llegado juntos a esta comunidad Peña Nieto y Lula da Silva. Durante el vuelo desayunaron y conversaron. Al aterrizar en esta tierra tzotzil de los Altos de Chiapas fueron ataviados con el traje típico de esta región: sarape de algodón tejido en telar y un pañuelo azul del que penden listones de colores, además de un morral.
Enseguida recorrieron algunos proyectos de corte social como invernaderos para flores y hortalizas, un prototipo de vivienda de material para sustituir las desvencijadas de la mayoría de los indígenas y la casa-taller de las artesanas sometidas al fatigoso e insustituible arte del telar de cintura, la confección y el bordado de diversas prendas de algodón.
Ambos multiplicaban su atención en escuchar las explicaciones y hacer comentarios, y mientras Peña Nieto abrazaba y besaba a mujeres y niños, el invitado brasileño inquiría a uno de sus anfitriones por qué tenía “tanto oro en la boca”, pedía le dijeran la dieta diaria de la gente y preguntaba a uno de los beneficiados de las nuevas casas si pensaba tener más hijos, y no daba crédito cuando el otro respondía: “sí, todavía vamos por más. ¡Tenemos mucho terreno!”
Luego recorrieron 10 módulos de sendos programas de corte social, donde el responsable nacional de cada uno daba atropellados detalles. Casi todos existían desde antes de la actual administración y tienen un universo de beneficiarios calificados por las respectivas reglas de operación.
Así, entre los testimonios no era infrecuentes los de mujeres, por ejemplo, sin Oportunidades, por no estar casadas, o porque sus hijos no estudian. Y también abundaban los casos donde se reportaban ingresos diarios, entre la labor agrícola del hombre y la artesanía elaborada por la mujer, de cuando mucho cien pesos.
Y llegaron entonces a una de las tiendas móviles de Diconsa. Ahí, su director, Héctor Velasco Monroy, les aseguró: “evitamos vender alimentos fuera de la canasta básica”. Pero cuando se quedó solo y alguien le preguntó sobre los productos chatarra en sus establecimientos, sólo dijo: “las tiendas no son nuestras” y dejó todo en la responsabilidad de sus propietarios.
Durante la ceremonia, Lula da Silva, cuyos programas de combate a la pobreza asegura el gobierno mexicano haber tomado como referencia, habló en portugués y tuvo traducción simultánea al español y el tzotzil. El hambre, dijo, no es un problema de falta de dinero, de producción agrícola o de falta de tecnología. “Existe por falta de vergüenza de gobernantes en el mundo que no se preocupan por los pobres”.
Señaló que su administración porque logró sacar de la pobreza a 10 millones de brasileños en 10 años y ubicar a 40 millones más en el estrato de la clase media. Se refirió a las críticas a su programa de Cero Hambre, de “mis adversarios de izquierda y derecha”, considerándolo asistencialista y a él mismo como populista que sólo pensaba en las elecciones y pidió no cejar en estas acciones. “El pueblo pobre no tiene por qué tener paciencia. Debe tener esperanza y confianza en su gobierno”, recomendó entonces a Peña Nieto.
A su vez, el mandatario mexicano reiteró que la Cruzada Nacional contra el Hambre consiste en lograr la convergencia de esfuerzos para atender núcleos sociales que tienen hambre, y que ésta acción está al margen de cualquier otra de carácter político. Además, dio la bienvenida a la participación de los sectores privado y social, “en tanto procuren el mismo objetivo que estamos persiguiendo”.
Una vez en el hangar, se despidieron. Lula da Silva se fue en camioneta y Peña Nieto, con sus colaboradores más cercanos y con el subsecretario de Sedeso, Ernesto Nemer, partió en helicóptero.

Rosa Elvira Vargas, La Jornada, 20 de abril.

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