Chávez, el eje de la contienda por la presidencia de Venezuela


Se vea por donde se vea, la consigna es cierta: “Chávez vive”. En los actos de la corta campaña por la presidencia de Venezuela, Hugo Chávez –cuyos restos aún son exhibidos en el Cuartel de la Montaña en medio de un ambiente más bien festivo– es el eje de una contienda que, a decir de los encuestadores, ganará, justo en una semana, su “hijo” Nicolás Maduro Moros.
Pero el presidente muerto vive también en el discurso de sus opositores: “Nicolás no es Chávez”, repite una y otra vez el candidato presidencial de las oposiciones, unidas, en lo esencial, por su antichavismo.
Este domingo, a una semana de los comicios, el centro de Caracas –habitualmente “territorio chavista”– es tomado durante unas horas por la oposición. En algunas estaciones los trenes no se dan abasto. “Claro, cuando hay marchas de ellos nadie paga. Esta mierda tiene que acabarse”, grita un viejo en el andén.
La polarización viaja en metro. Una señora y su hija, vestidas con las playeras rojas del chavismo, no aguantan las indirectas y responden a los opositores: “Pues uno de los legados del comandante Chávez es este país democrático, donde ustedes pueden gritarnos lo que quieran”. Les ganan a fuerza de gritos que salen de todos los extremos del vagón. Hilda, una chavista de mediana edad que porta una gorra que representa “la mirada del comandante presidente”, se mete a defenderlas.
Choques verbales en el metroLa discusión continúa en el andén y luego en la salida de la estación Bellas Artes, en la avenida México y al lado de la estatua de Lázaro Cárdenas.
“¡Chávez ya se murió!”, grita una pareja.
“Vive aquí”, responde Hilda, también a gritos, mientras se toca el pecho.
“Nicolás no es Chávez, es un chofer”, se mete una muchacha que lleva pintado en el rostro el lema de la anterior campaña de Capriles: “Hay un camino”.
Los marchistas de oposición machacan con argumentos que aluden a la “compra de votos” mediante programas sociales de alimentación, empleo y vivienda. Programas que han creado, argumentan, una franja de la población que vive de las “dádivas” del petróleo administradas por el chavismo en el poder. Son los “enchufados”, según la propaganda opositora, aunque en sus discursos los dirigentes antichavistas afirman que sólo se refieren a la cúpula en el gobierno.
“Si tú te enchufaste, bien por ti. Si te equipaste también, pero nosotros no vamos a votar por Maduro”, le sueltan a Hilda (“equiparse” es ser beneficiario de un programa chavista que entrega electrodomésticos a los sectores populares).
“¡Parece que les duele que otros coman!”, responde Hilda, quien da por terminada la discusión cuando señala las ventanas de un flamante edificio de departamentos. De todas cuelga propaganda del candidato del chavismo. Todos sus habitantes son beneficiarios del programa insignia del gobierno, la Gran Misión Vivienda. “Esto es lo que les duele, que la gente tenga hogares dignos”.
Los alrededores son un mar multicolor de opositores que tratan de acercarse a la ya atestada avenida Bolívar, donde unas horas más tarde hablará su candidato, Henrique Capriles Radonsky.
El pajaritoEn un templete de la avenida Bolívar, un grupo de rap interpreta una rola que se burla de la ya célebre “aparición” del espíritu de Chávez en forma de “pajarito chiquitico”, que Maduro lanzó al mundo hace unas semanas.
En lugar de no volver a mencionar el tema, el candidato del chavismo comienza uno de sus actos de campaña de hoy con un concierto de silbidos, que corre por su propia cuenta, acompañado de un grupo de música llanera. Luego toca un tambor, como experto.
Maduro hace campaña en el estado de Guárico. Recorre la capital, San Juan de los Morros, y llega al mitin manejando un autobús. Antes de descender, se ajusta un sombrero típico y sube a un vehículo descubierto, donde lo flanquean el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, y su “compañera de vida”, la ex procuradora general Cilia Flores.
El acto arranca al grito de los dos lemas centrales de la campaña: “Chávez te lo juro, yo voto por Maduro” y “Chávez vive, la lucha sigue”.
Sigue una grabación de la última aparición pública del fallecido presidente: justo la frase en que pide a sus seguidores, “desde mi corazón”, llevar a Maduro a la presidencia de Venezuela.
Tres cantantes famosos tienen a su cargo los temas de la campaña y un famoso actor de televisión hace de maestro de ceremonias. Presenta al candidato como “hijo” y “uno de los apóstoles” de Chávez.
El presidente encargado arranca su discurso pero lo interrumpe de inmediato para ceder la palabra al indonesio Henry Saragih, secretario general mundial de la Vía Campesina, y al brasileño Joao Pedro Stédile, dirigente del Movimiento de los Sin Tierra.
El brasileño, antiguo amigo de Chávez, se gana una ovación cuando asegura que aquí se libra una batalla entre “el proyecto de la burguesía, de los gringos, y el proyecto de los pueblos latinoamericanos”. Pero es mayor el ruido cuando invita a Maduro y a la selección venezolana “a ir a Brasil en 2014 a disputar la Copa del Mundo”.
El mensaje de otro brasileño de mayor peso político, el ex presidente Lula, no deja de ser repetido una y otra vez desde hace seis días, quizá porque en la pasada contienda, en octubre de 2012, Capriles intentó venderse como un Lula del Caribe.
Tal como hizo en la pasada contienda electoral, Lula grabó un breve mensaje en el cual destacó el compromiso de Maduro “con los más pobres”. Y remató: “Maduro presidente es la Venezuela que Chávez soñó”.
Willie Colón entra a la campañaEn el metro también viaja Willie Colón. Un grupo de jóvenes atléticos, acompañados de sus novias, hacer sonar en una pequeña bocina el regalo que el famoso salsero le dio al candidato opositor: una canción llamada Mentira fresca, cuyo arranque dice: “Mentira fresca habló otra vez por televisión/ Nos dijo a todos que aquí no habría devaluación./ Suplente encargado de empeorar el desastre,/ en sólo cien días un paquetazo nos aplicaste”. Y sigue por el estilo.
El cantante envió la canción con un mensaje a Capriles: “Ataca, flaco”.
Y el flaco ataca. En su discurso, repleta la avenida Bolívar que el chavismo promete llenar como nunca este jueves, el candidato opositor se refiere a Nicolás Maduro como “mentira fresca”.
Abajo, decenas de mujeres se ofrecen, mediante carteles, como primeras damas o incluso como “amantes” del flaco. Pero desde la tarima él manda un saludo coqueto “a mi novia que está por ahí escondida”.
Es el momento de responder uno de los ataques que le ha lanzado el candidato chavista: “Algunos creen que le envidio la esposa, yo a esa señora no se la envidio”, dice, en alusión a Cilia Flores.
No se queda ahí: “Tú eres un vago, chico”, le dice a Maduro, tras asegurar que realmente nunca trabajó en el metro de Caracas porque se la pasaba, dice, de licencia en licencia.
Entre las cataratas de promesas de ambos candidatos, Capriles se queda con tres: seguridad, alimentos en las mesas de los hogares y aumento del poder adquisitivo.
Y aprovecha el viaje para pedir a sus seguidores que no vayan a votar a la misma hora, sino que acudan en distintos momentos y que se queden a vigilar los recuentos.
Capriles asegura que la avenida Bolívar “nos quedó pequeña” y evoca una y otra vez su fe religiosa. Remata así su discurso: “Dios los bendiga, amén”.
La puja por obtener los favores celestiales es ruda. “El socialismo es el reino de nuestro señor Jesucristo en la tierra; yo quiero la paz, la unión, quiero ser el presidente de la revolución del amor; háganme presidente y seré el presidente del amor”, dice Maduro en su acto en el estado de Apure.
El discurso de Capriles termina cuando está por comenzar uno de los de Maduro, dado que la campaña es corta y la agenda apretadísima.
En su doble función de candidato y presidente encargado, Maduro recorre el país en actos de proselitismo y al mismo tiempo anuncia la entrega de recursos o la culminación de proyectos pendientes. Hoy por ejemplo, en Guárico, ofrece cinco mil millones de bolívares “para incentivar la producción agroalimentaria”.
Por su lado, Capriles ofrece… continuar la obra del chavismo o, dicho de otro modo, garantiza la permanencia de los programas sociales (misiones) y hace un recuento de las promesas incumplidas o dejadas a medias por los chavistas (sobre todo obras de infraestructura en Caracas). Él promete terminarlas.
Otro asunto que ocupa a ambos candidatos es la denuncia del gobierno de que hay sectores de la oposición, nacional y antichavista internacional, que quieren desestabilizar a Venezuela y atentar contra Capriles o contra Maduro.
El candidato opositor dice que se trata de una “ridiculez”, mientras Maduro le pone nombre a la recurrente denuncia, al señalar a Armando Briquet, líder de la Mesa de Unidad Democrática, como “el enlace con la derecha salvadoreña que puso Capriles para matarme”.
La calle y los sondeosLa calle, afirman los opositores, canta una canción distinta a la de las encuestas. Porque si nos atenemos a los estudios demoscópicos, el triunfo del hijo de Chávez es un hecho. El diario Últimas Noticias hace el recuento en el último día en que está permitido publicar resultados.
GIS XXI, Datin Corp, International Consulting Services (ICS), Hinterlaces, Ivad y Consultores 30:11 dan al elegido por Chávez ventajas que van de los siete a los 20 puntos.
GIS XXI, encabezada por el ex ministro del Interior y ex militar Jesse Chacón, fue una de las que más se aproximaron a los resultados finales en octubre pasado. Esta vez da siete puntos de ventaja al aspirante oficialista. En horas de la noche, sin embargo, Chacón denuncia la aparición en Internet de un “correo falso” donde su encuestadora cierra la diferencia. “Comenzó la guerra sucia… Nuestra proyección es que se amplía la brecha y gana Maduro con 55.3 por ciento”.

Arturo Can enviado, La Jornada, 8 de abril.

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