Los polleritos, otro fénomeno de riesgo para los menores migrantes hacia EU


La repatriación inmediata de niños y niñas menores no acompañados (NNA) –detenidos en el intento de cruzar las fronteras de México con Estados Unidos–, sin considerar los peligros a los que se enfrentan al ser repatriados, ha propiciado una nueva figura en el entramado de la migración irregular y del crimen organizado: la de los niños de circuito o enganchadores, quienes son obligados a ubicar posibles víctimas en los propios albergues dispuestos por las autoridades mexicanas para niños migrantes, como paso previo a ser devueltos a su lugar de origen o en los puntos de cruce establecidas por coyotes y polleros, para ser explotados laboral o sexualmente.
Se trata de menores, conocidos como polleritos, que cruzan la frontera norte hasta cuatro veces a la semana y que son detenidos y deportados de inmediato por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (OBP, por sus siglas en inglés), mejor conocida como Patrulla Fronteriza, explica la Oficial de Protección a la Infancia (OPI) del Instituto Nacional de Migración (INM), Patricia Fragoso, quien agrega que para ellos y las instituciones encargadas de darles albergue del lado mexicano, la situación es grave.
“Es un tema que requiere de una negociación bilateral, porque tanto los oficiales estadunidenses detectan quién ha cruzado, por dónde y cuántas veces, y aun cuando saben que es el mismo, y que se identifica con diversos nombres en cada detención, no nos informan. El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) nacional nos ha dicho que no quiere recibir a estos menores repatriados, porque ponen en peligro a su personal y a otros niños que están en el refugio.
Hay ocasiones en que reciben a ese menor y en pocas horas se presenta un tipo bien violento que, acompañado de un grupo que rodea el albergue, exige llevárselo, identificándose como su familiar y tienen que dejarlo ir”, señala.
Menores enganchadores
Algunos de estos, menores de 18 años, se encargan de enganchar a niños a quienes convencen de escapar del albergue y les ofrecen cruzarlos por la frontera para, en realidad, dejarlos en manos de organizaciones criminales.
Se presenta también otro fenómeno: el de padres que utilizan a sus hijos para que sirvan de polleros con menores. El papá recibe por el cruce de cada menor entre 300 y 500 pesos, ellos son también los que van a recoger a sus hijos al módulo para seguirlos mandando a cruzar a otros menores. Los han retirado del módulo tantas veces, que llegan preparados con toda la documentación para agilizar el trámite.
De acuerdo con cifras del INM, en 2010 Estados Unidos repatrió a cerca de 30 mil menores, de ellos 13 mil 705 eran NNA mexicanos, 2 mil 751 centroamericanos y 2 mil 751 de otras nacionalidades. En 2011 la cifra de NNA mexicanos fue de 11 mil 519, manteniéndose el promedio de centroamericanos y de otras nacionalidades, y para septiembre de 2012 la cifra de NNA mexicanos fue de 10 mil 349, aumentando casi en un 50 por ciento el de NNA centroamericanos y de otras nacionalidades.
Estos niños de circuito pueden cruzar ilegalmente la frontera hasta en cuatro ocasiones en una semana, “y se convierten en polleritos, niños utilizados por tratantes de personas. Estamos trabajando en la construcción de albergues especiales para estos menores, es muy importante la creación de una institución expresamente dedicada a la niñez migrante en la frontera”, advierte.
Appleseed es una organización sin fines de lucro que cuenta con 16 centros de interés público en Estados Unidos y México, quienes a partir de la aprobación en 2008 de la Ley sobre Protección de las Víctimas de Trata (TVPRA, por sus siglas en inglés) han condenado la práctica de repatriación inmediata de los niños, niñas y adolescentes mexicanos sin compañía en la frontera, pero a pesar de ello, “la puerta giratoria en la frontera sigue dando vueltas ya que, en general, los niños, niñas y adolescentes mexicanos sin compañía son regresados a las mismas condiciones que los llevaron a migrar hacia el norte, sin tomar en cuenta que estas condiciones pueden potencialmente incluir un ambiente abusivo en sus hogares, o explotación por traficantes, pandillas y cárteles de drogas”, explica en un amplio trabajo publicado en 2011.
Reconoce que el gobierno mexicano ha dado grandes pasos en el cuidado y la protección de los niños, niñas y adolescentes sin compañía, pero advierte que el DIF opta por apresurar la reunificación en lugar de una evaluación profunda de los motivos que tiene el menor para cruzar la frontera, así como una evaluación del ambiente del hogar del mismo.
Contrario a ello, Patricia Fregoso sostiene que el INM se ha empeñado en no dejar ir a un menor sin evaluar las condiciones por las que decidió migrar y los riesgos que representa la reinserción familiar. Del lado estadunidense hay otro enfoque. Dime cómo te llamas y si eres mexicano, te mando de vuelta y ya está. No les preocupa saber si han sido victimizados en sus lugares de origen, simplemente los devuelven.
Riesgos de tránsito
De acuerdo con un estudio de la Patrulla Fronteriza, muchos de los NNA detenidos en la frontera se arriesgaron a viajes peligrosos hacia Estados Unidos, buscando una mejor oportunidad de vida, económicas y de educación. Algunos migraron para escapar de circunstancias intolerables en sus hogares y, para el momento en el que atraviesan la frontera, muchos llegan a Estados Unidos habiendo sido víctimas de trata o manipulados por los grupos criminales en México.
Para muchos menores de edad mexicanos el costo de un coyote es extremadamente elevado. De acuerdo con algunos analistas, el costo ha crecido en años recientes ya que el riesgo de ser detenido ha aumentado debido a los esfuerzos de Estados Unidos por evitar este tipo de migración; dicha cantidad actualmente excede los mil dólares por cruce, aunque hay informes en el sentido de cifras que van entre 2 mil y 2 mil 500 dólares. “El coyote puede aceptar una parte antes del cruce, y el resto una vez que el cruce concluya; en caso de que el cliente no pague inmediatamente, la deuda puede ser liquidada con trabajo, o del otro lado de la frontera”.
Ciro Pérez Silva, La Jornada, 29 de diciembre.

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