Recibe Alejandro Solalinde el Premio Nacional de Derechos Humanos 2012

“Nada ni nadie me va a detener excepto un tiro aquí", asegura en una  de video el padre Alejandro Solalinde al tiempo que con sus dedos hace la figura de una pistola apuntando a sus sienes.

Al recibir el  Nacional de Derechos Humanos 2012, de manos del Enrique Peña , el protector de migrantes se refirió a la situación que desde su punto de vista enfrenta el país en materia de derechos humanos: "México está mal, hay que decirlo. Las estructuras tradicionales ya no alcanzan. Debemos dejar nuestra visión de partidos".

En el  Adolfo López Mateos, de la residencia oficial de Los Pinos, el presbítero a cargo desde 2007 del Albergue Hermanos en el , ubicado en Ixtepec, Oaxaca, asegura que México necesita reestructurar todo a través de los derechos humanos y dar un vuelco en la estructura de gobernar.

"Pienso que hemos tenido un estilo de gobernar que debe quedar en el pasado, que debemos ciertamente  tener como un eje transversal los derechos humanos para todos y para todas, no nada más un sector", señala.

Añade: "Los que tienen el servicio de autoridad, ¡Que no el poder eh!, el servicio de autoridad, deben de escuchar a sus subalternos, deben de escuchar a las personas que están abajo".

Propuso trabajar en una dinámica diferente en la que se escuche a la gente, a los jóvenes, a las mujeres, porque "ellas tienen dentro de sí los gérmenes de la paz".

"No hay que tener miedo, no podemos tener miedo a nuestro pueblo, a nuestra gente. La disidencia es normal, y más en este tiempo de crisis que vivimos. Es lógico que un país con tantos rezagos, con tanta sed de , hundido en la corrupción y en la impunidad, quiera . Es normal y los tenemos que dar a todos los lados", señaló.

De forma contundente expresó: "Ciertamente, la represión no es la solución, sino es el diálogo. Si nosotros privilegiamos el diálogo por encima de todo, vamos a encontrar, ciertamente, respuestas para todo".

Tras asegurar que la violencia no ayuda al país, dedicó el premio, entre otras personas, a las madres que no encuentran a sus hijos. El presbítero coordina las actividades del albergue, y con su equipo de voluntarios proporciona alimento, posada, atención médica, apoyo psicológico y orientación jurídica a las personas migrantes en tránsito por México provenientes de Centro y Sudamérica.

Cecilia Téllez Cortés, La Crónica, 11 de diciembre.

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