Maduro, el elegido


BUENOS AIRES.— Sentado a la izquierda del líder, Nicolás Maduro guarda silencio. No es para menos. Hugo Chávez está anunciando que regresa a Cuba para tratarse del cáncer que padece y ensaya lo que puede ser una despedida de los venezolanos. Pide todo el apoyo para el que “deberá cumplir con la obra”.
Chávez designó directamente a Maduro para cumplir el mandato “si algo ocurriera”. Y es que Nicolás Maduro Moros, 50 años, es desde hace meses el sucesor natural del líder bolivariano. Lugar que se ganó gracias a su paciencia infinita y una lealtad a prueba de todo, incluso de tener que ejercer su viejo oficio de chofer de autobuses durante la campaña electoral, cuando condujo el “Chávez Móvil”.
Ex líder del sindicato de trabajadores del Metrobús caraqueño, Militante de la Liga Socialista desde muy joven y eterno negociador, ya sea en el sindicato o en la Asamblea Nacional, donde pasó varios años en distintos cargos, o bien en el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) —donde tiene tan buena comunicación con casi todas las líneas internas como con los empresarios de distintos sectores o el gobierno de Cuba.
Quienes lo conocen lo califican como un pragmático capaz tanto de caerle bien a Fidel Castro como de llegar a acuerdos con Gustavo Cisneros, el zar de las comunicaciones.
Sus dos metros de alto y su seriedad pueden intimidar a cualquiera, hasta que se abre al diálogo, que suele salpicar siempre con alguna broma. Casado con la asambleísta Cilia Flores, Maduro conoció a Chávez cuando lo visitó en la cárcel tras el frustrado golpe de Estado de 1992.
Él y su esposa habían sido de los más activos en las movilizaciones contra el gobierno de Rafael Caldera para lograr la liberación del teniente coronel y sus compañeros del Movimiento Bolivariano 200.
Cuando Chávez fue liberado y se metió de lleno en la campaña electoral de 1998, Maduro ya coordinaba la Fuerza Bolivariana de los Trabajadores, desde donde logró ocupar una banca en el viejo Congreso. Desde entonces su estrella nunca ha dejado de ir en ascenso.
En la Asamblea fue visto como uno de los referentes del ala moderada del chavismo. Fue allí donde comenzó a demostrar su cintura política y su disposición a la negociación, dos elementos que lo ayudaron a la hora de hacerse cargo de la cancillería, donde muchos (incluso sus más amigos) no le veían demasiado futuro. Maduro comenzó a construir su espacio de poder en la propia Asamblea, donde llegó a liderar al bloque oficialista.
Siempre se lo creyó enemigo del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, pero los que mejor conocen al chavismo por dentro aseguran que entre ellos reinan acuerdos. Y de hecho Chávez, en la noche del sábado, los sentó a ambos a su lado. A Cabello, hombre fuerte del sector militar y acusado de cuanto descrédito pueda surgir del gobierno, a la derecha del presidente. A Maduro, a la izquierda.
Es sin duda un momento más que difícil para Venezuela y para este hombre acostumbrado a la pelea política y a la negociación por igual. Llegado el momento, Maduro podría tener que lidiar con los sectores internos del chavismo y manejar con pulso de civil a los militares, escudado siempre en la herencia política de Chávez y el respaldo de La Habana.
José Vales corresponsal, El Universal, 10 de diciembre.

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