Una imponente parada militar ofrecieron las Fuerzas Armadas de México a su Supremo, el de la República, Enrique Peña Nieto, para darle la bienvenida al nuevo Jefe de las Instituciones del país.
En el marco del tradicional que brindan el Ejército mexicano, la Marina Armada de México y la Fuerza Aérea Mexicana al Jefe del Ejecutivo, en ocasión de su toma de protesta como Presidente de , los militares agasajaron a su invitado de honor con un magno desfile celebrado en las instalaciones del Heroico Colegio Militar, al sur de la capital.
Desde el principal del de esta sede, el presidente Peña Nieto observó la de los soldados mexicanos, y con frecuencia hacía comentarios con los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina, el general Salvador Cienfuegos Zepeda, y el almirante Vidal Soberón Sanz, respectivamente, sobre el honor, lealtad, patriotismo, valor y abnegación de las Fuerzas Armadas de México.
El propio presidente Peña Nieto había abierto la parada militar a bordo de un transporte descubierto del Ejército mexicano, en el que le flanqueaban sus anfitriones, quienes en apenas unos días al frente de sus respectivos cargos, armaron el impresionante evento.
Con música “viva” de banda y cantos de guerra como fondo, inició el desfile de las tropas, perfectamente alineadas, pulcras, orgullosas, vestidas con uniformes de camuflaje lo mismo para terrenos áridos que selváticos, y armados sus elementos literalmente “hasta los dientes”.
La demostración era no sólo por tierra, donde los tanques hacían retumbar el piso a su paso, sino también por aire, desde donde los más experimentados pilotos de la Fuerza Aérea Mexicana dejaban constancia de su habilidad y destreza haciendo las más diversas maniobras y figuras con sus poderosos artefactos, que a quienes desde abajo hacían “enchinar la piel” con su velocidad y su poderoso rugir. El Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas del país había arribado al Heroico Colegio Militar, temprano, a bordo del helicóptero presidencial, y fue recibido con 21 salvas de honor, las últimas de éstas que pintaron el cielo con los colores patrios.
En el graderío de frente al Palco Central, los propios soldados recibían a su Comandante Supremo con la palabra “LEALTAD” de tamaño enorme pero formada en un mosaico a partir de pequeñas cartulinas de colores.
Este decorado con alusiones al patriotismo y entrega de las Fuerzas Armadas a la nación cambiaba en forma constante, lo que evidentemente llenaba de orgullo al Presidente de la República en ésta su primera visita al impresionante lugar, en su calidad de Jefe de las Instituciones mexicanas.
En el marco del tradicional que brindan el Ejército mexicano, la Marina Armada de México y la Fuerza Aérea Mexicana al Jefe del Ejecutivo, en ocasión de su toma de protesta como Presidente de , los militares agasajaron a su invitado de honor con un magno desfile celebrado en las instalaciones del Heroico Colegio Militar, al sur de la capital.
Desde el principal del de esta sede, el presidente Peña Nieto observó la de los soldados mexicanos, y con frecuencia hacía comentarios con los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina, el general Salvador Cienfuegos Zepeda, y el almirante Vidal Soberón Sanz, respectivamente, sobre el honor, lealtad, patriotismo, valor y abnegación de las Fuerzas Armadas de México.
El propio presidente Peña Nieto había abierto la parada militar a bordo de un transporte descubierto del Ejército mexicano, en el que le flanqueaban sus anfitriones, quienes en apenas unos días al frente de sus respectivos cargos, armaron el impresionante evento.
Con música “viva” de banda y cantos de guerra como fondo, inició el desfile de las tropas, perfectamente alineadas, pulcras, orgullosas, vestidas con uniformes de camuflaje lo mismo para terrenos áridos que selváticos, y armados sus elementos literalmente “hasta los dientes”.
La demostración era no sólo por tierra, donde los tanques hacían retumbar el piso a su paso, sino también por aire, desde donde los más experimentados pilotos de la Fuerza Aérea Mexicana dejaban constancia de su habilidad y destreza haciendo las más diversas maniobras y figuras con sus poderosos artefactos, que a quienes desde abajo hacían “enchinar la piel” con su velocidad y su poderoso rugir. El Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas del país había arribado al Heroico Colegio Militar, temprano, a bordo del helicóptero presidencial, y fue recibido con 21 salvas de honor, las últimas de éstas que pintaron el cielo con los colores patrios.
En el graderío de frente al Palco Central, los propios soldados recibían a su Comandante Supremo con la palabra “LEALTAD” de tamaño enorme pero formada en un mosaico a partir de pequeñas cartulinas de colores.
Este decorado con alusiones al patriotismo y entrega de las Fuerzas Armadas a la nación cambiaba en forma constante, lo que evidentemente llenaba de orgullo al Presidente de la República en ésta su primera visita al impresionante lugar, en su calidad de Jefe de las Instituciones mexicanas.
Luciano Franco y Dennis A. García, La Crónica, 5 de diciembre.
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