Enfrentamientos dejan 121 heridos


Apenas se asomó el sol y el fuego de las bombas molotov, el estruendo de los petardos y la nubosidad del gas lacrimógeno se mezclaron para generar zozobra en las calles aledañas a la Cámara de Diputados, donde todo estaba listo para de toma de protesta del presidenteEnrique Peña Nieto.
Se trataba de varios grupos de personas embozadas, con máscaras antigas y paliacates, que intentaban derribar las barricadas colocadas desde hace una semana sobre la avenida Eduardo Molina, como parte del operativo de seguridad de la ceremonia de traspaso de poder y que se mezclaron con manifestantes que de manera pacífica gritaban consignas.
Los grupos, integrados por personas que llegaron preparadas y equipadas para “chocar” nunca claudicaron en su planes de enfrentamiento; durante más de cuatro horas atacaron a los uniformados, que los repelían con balas de goma, gas lacrimógeno y agua que era disparada a presión. Por momentos parecía que los inconformes superaban la fuerza policiaca, especialmente cuando impactaron contra las vallas metálicas un camión de basura, que logró hacer un boquete, pero fue neutralizado.
Para ese momento las calles cercanas a la Cámara de diputados ya eran una zona de conflicto que se extendía hasta al Palacio de Lecumberri, especialmente para los usuarios del Metro San Lázaro que cuando salían se encontraban con las nubes de gas lacrimógeno y con fuertes detonaciones que los hacían huir del lugar.
“Nosotros no tenemos la culpa, mira como traigo a mi hija, le lloran los ojos y no para de toser, esto no es racional”, dijo enojada una señora que se alistaba a abrir su local frente a la estación del Metrobús.
Después de las 11:00 horas, los distintos grupos de embozados, quienes decían ser anarquistas, de laCoordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), de San Salvador Atenco y algunos del movimiento estudiantil #YoSoy132, decidieron continuar su protesta en el Zócalo, donde Peña Nieto, en el interior de Palacio Nacional, daba su primer discurso.
Zona de guerra
El caos volvió y la avenida Juárez y la calle Madero se convirtieron en una zona de guerra, pues del enfrentamiento con policías capitalinos los inconformes hicieron destrozos en monumentos históricos, irrumpieron en oficinas de gobierno, destrozaron fachadas de bancos y rompieron puertas y vidrios de distintas tiendas y negocios.
El Hotel Hilton, así como los restaurantes Wings, Kentucky Fried Chicken fueron saqueados y destrozados, hasta la loza y los muebles se llevaron. El renovado Hemiciclo a Juárez de Alameda Central quedó deteriorado por las pintas.
Más tarde los choques entre policías y anarquistas llegaron a la esquina de Reforma y Bucareli, donde un grupo compacto de personas con el rostro cubierto destrozaron cajeros automáticos y los vidrios de un edificio de Bancomer y oficinas alternas de EL UNIVERSAL.
La policía comenzó a replegar a los agresores, pero el daño ya estaba hecho. A las dos de la tarde, los grupos fueron replegados y minutos después la zona de batalla se convirtió en un escaparate para curiosos y turistas. Los primeros criticaban los actos vandálicos, mientras que los otros se retrataban con un paisaje de escombros y alfombras de vidrios rotos. (Con información de Alberto Morales, David Rodríguez, Arturo García y Sharenii Guzmán)
Francisco Nieto y Mariana León, El Universal, 2 de diciembre.

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