El chavismo y la oposición, cara a cara otra vez


BUENOS AIRES.— Casi sin tregua después de las presidenciales de octubre, el chavismo y la oposición volverán a cruzarse en las urnas. Será el próximo 16 de diciembre en las elecciones para gobernador en los 23 estados del país, donde el reelecto presidente Hugo Chávez buscará asegurar y ampliar el espacio político para garantizar una eventual sucesión ordenada, en el caso de que su salud, de nuevo cuestionada, lo obligue a ello.
La oposición en cambio tiene otras metas por delante. La primera, consolidarse como tal, después del repunte en cantidad de votos que logró en los últimos comicios y poner a prueba el liderazgo de Henrique Capriles, quien después del reconocido esfuerzo en las presidenciales vuelve a presentarse como candidato a gobernador de Miranda.
“Una victoria de Capriles lo dejaría en inmejorable condición para convertirse en el referente máximo de la oposición. Una derrota de su candidatura obligaría a volver a empezar”, explicó el analista Carlos Blanco.
Chávez puso lo mejor que tenía en la cancha para enfrentar estas elecciones. Su ex vicepresidente Elías Jaua es el candidato a gobernador de Carabobo; al ex ministro de Educación, Aristóbulo Isturiz, lo postuló en Anzoátegui y al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, en Monagas, entre otras primeras figuras del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
“Chávez buscará extender su triunfo de octubre a todo el país y, de paso, ver con quién cuenta para la transición, qué dirigentes sobrevivirán y qué otros pasaran a los “cuarteles de Invierno”, opinó Julián Hermida, experto en política latinoamericana de la Universidad de Lomas De Zamora.
Con el canciller Nicolás Maduro ya designado vicepresidente y “virtual hombre de la transición”, el jefe de Estado impulsó a las candidaturas a políticos de los dos sectores en los que se divide hoy por hoy el PSUV, el más radical, como Jaua, y el más pragmático, que lideran Maduro y, con matices, Cabello.
Es Cabello el más cuestionado dentro y fuera del chavismo y a quien que el presidente paseó a lo largo de 14 años por varios ministerios: la vicepresidencia, la gobernación de Miranda, la presidencia de la Asamblea Nacional y ahora lo forzó a postularse por su estado natal, Monagas.
Para muchos observadores una derrota de Cabello “aliviaría” la posible transición, porque obligaría al actual presidente de la Asamblea a quedar al margen de la primera línea de decisiones en el chavismo.
Por el lado de la oposición, además de Capriles que busca y necesita consolidar su liderazgo, aparece Pablo Pérez, el actual gobernador del Zulia, quien también intentará revalidar sus títulos para quedar en la primera línea política hacia el futuro inmediato.
Para Chávez estos comicios aparecen como la plataforma para poder reformar su gobierno. Si algo marcaron las elecciones presidenciales de octubre es que el mandatario necesita imperiosamente un cambio de urgencia, mejorar la gestión en diversas áreas del gobierno.
El déficit habitacional, la urgente necesidad de infraestructura, obliga al chavismo a una amplia reforma del gabinete que ya comenzó con la designación de Maduro como vicepresidente y la salida de aquellos que ahora son candidatos.
El nuevo equipo de colaboradores “terminará de ser diseñado seguramente acorde con lo que pase el 16 de diciembre”, opina la historiadora Margarita López Maya.
Donde el chavismo pone toda la energía es en los estados de Miranda y Zulia, por ser de la oposición y por la necesidad de neutralizar a Capriles y a Pérez. Mientras que en Carabobo, bastión de Enrique Salas, mandó al mayor Francisco Ameliach, un viejo compañero de armas y de golpes del presidente. Según las últimas, y siempre poco confiables, encuestas, los tres estados continuarían en manos de la oposición.
De ratificarse el mapa político que se perfiló en las presidenciales de octubre, con un chavismo a cal y canto en el poder y una oposición que crece y perdura organizada, la otra novedad que podría surgir tras la convocatoria a las urnas es una etapa de más diálogo entre los sectores políticos. Al menos así lo indican los amagos del presidente al enviar señales que descompriman la siempre tensa situación política en el país.
Pero por ahora, una vez más la polarización venezolana es llevada a las urnas. A poco más de dos meses de realizadas las presidenciales y meses antes de unos comicios municipales que el Consejo Nacional Electoral (CNE) prevé realizar el 26 de mayo próximo.
Una buena manera de que los venezolanos no pierdan el ritmo de su acostumbrada gimnasia en las ánforas.
José Vales corresponsal, EL Universal, 3 de diciembre.

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