Un régimen que genera división en Latinoamérica

BUENOS AIRES.— Como hace más de medio siglo, la Revolución cubana sigue siendo el centro de atención y uno de los principales factores de división en América Latina. Ahora no es la nacionalización de multinacionales la que genera adeptos o enemigos, como en 1960, ni la adopción del carácter socialista de la Revolución, como en 1961, sino la huelga de hambre de los presos políticos, que ya se cobró la vida de Orlando Zapata y tiene en una situación crítica a Guillermo Fariñas, en un hospital de Santa Clara.
El fallecimiento de Zapata el pasado 23 de febrero, desató las críticas, la polémica, las acusaciones y los debates en la región. Dos presidentes, el brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva y el costarricense, Óscar Arias, premio Nobel de la Paz, manifestaron sus posturas a favor y en contra de la política de derechos humanos en la isla. Si bien en las últimas décadas la situación política en Cuba y el trato a los disidentes ha sido uno de los puntos álgidos de la agenda diplomática, fue la huelga de hambre la que volvió a poner en el centro de las críticas al gobierno de Raúl Castro y al propio Lula, quien no reparó en transformarse en el banco de duras réplicas dentro y fuera de Brasil.

Integrante del grupo de 75 disidentes detenidos en 2003, en lo que se conoció como la “Primavera Negra”, Zapata llevaba 86 días de ayuno en reclamo por su situación el día de su fallecimiento, cuando Lula se encontraba de visita oficial en La Habana. El mandatario brasileño salió al cruce de una pregunta sobre la situación de los disidentes y el deceso de Zapata, a quienes comparó con “los delincuentes de Sao Paulo”.

Las críticas, dentro y fuera de Brasil, no se hicieron esperar. La candidata a la Presidencia Marina Silva, con un célebre pasado en el Partido de los Trabajadores (PT) o el diputado Raúl Jungmann, del ex comunista Partido Popular Socialista (PPS), cuestionaron al presidente por “silenciar” la situación de los presos políticos en la isla “donde se vive una escalada de represión política”. Para Silva, callar lo que pasa en Cuba “donde la libertad está cercada, no ayuda a que ese país avance hacia la democracia”.

Lula decepciona

Para el analista Clovis Rossi, el presidente Lula es como “el cantante Roberto Carlos, quiere tener un millón de amigos… Él trata muy bien a todos sus ‘compañeros’ presidentes, pero a medida que Brasil cobra más importancia en la escena internacional y que aumenta la reputación del presidente hay amigos que comienzan a pesar”. En Venezuela, Teodoro Petkoff, ex militante de izquierda y ex ministro de Planificación, hizo con Lula lo que nunca había hecho con Hugo Chávez ante las posturas del mandatario brasileño. Jugó con el nombre de la película sobre la vida de Lula, “O Filho do Brasil” (el hijo de Brasil”) en un editorial de su periódico Tal Cual, donde asegura que “cuando lo oigo filosofando sobre la justicia cubana y sobre los presos políticos cubanos, lo que provoca decirle es que, en verdad, es un ‘Filho de puta…’”. “La afirmación de Lula sobre los presos políticos cubanos comparándolos con delincuentes comunes, presos en las cárceles brasileñas, es una canallada imperdonable, que me llevó a perderle el respeto que le tuve como político y presidente. No se puede anteponer ningún tipo de interés político o económico a la vida humana”, aclaró Petkoff en diálogo telefónico con EL UNIVERSAL.

La relación de Lula con Fidel y Raúl Castro se remonta a fines de los años 80, cuando el hoy presidente del Brasil viajó por primera vez a La Habana como líder de la Central Única de Trabajadores (CUT) en compañía del sacerdote Frai Betto, quien le presentó a Fidel. Desde que llegó al gobierno en 2003, Lula y su gobierno mantuvieron sin alteraciones la relación con Cuba.

Para uno de los hombres que conoce muy bien la situación en la isla y que más conoce a Lula, la cuestionada postura del presidente tiene que ver “con el largo plazo y no con el apoyo abierto al gobierno cubano”.

En diálogo con este corresponsal, y bajo la condición de que no se revelara su nombre, este allegado al presidente brasileño sostiene que Lula y la diplomacia brasileña apuestan a “generar un muro de contención regional para la inevitable transición en Cuba antes de que ese país se convierta en una estrella más de la bandera estadounidense”. Arias fue el único mandatario que criticó a Cuba por la muerte de Zapata y la situación por la que atraviesa Fariñas. El costarricense dijo que “un coro de indignación recorre buena parte de nuestra América y el mundo” y aclaró que “si Cuba liberara a sus presos políticos, tendría más autoridad para reclamar respeto a su régimen y a su forma de hacer las cosas”.
José Vales corresponsal, El Universal, 25 de marzo.

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