Resurge la oposición cubana

Contrarrevolucionarios”, en opinión del gobierno, y “disidentes”, según se les conoce en el resto del mundo, la oposición al presidente Raúl Castro ha resurgido del letargo al que pareció relegada por el inicio del diálogo que sostienen desde 2009 Washington y La Habana.

El detonante: la muerte el 23 de febrero de Orlando Zapata Tamayo, de 42 años, quien no sobrevivió a una huelga en prisión de 85 días —récord internacional, quizás—, y el inicio de otra acción similar por parte del psicólogo Guillermo Fariñas, de 48 años.

Fariñas dijo a MILENIO que irá “hasta el final” por la liberación de “26 presos políticos en condiciones críticas de salud”, y este lunes cumple 12 días de ayuno en su casa de la ciudad de Santa Clara (centro).

“Ésa es una decisión que nosotros no compartimos y si sobrevive a las hidrataciones en el hospital —la primera fue el miércoles 3 de marzo— y sigue la huelga, no puedo hacer nada”, declaró el médico amigo que lo asiste, Ismel Iglesias.

De ahí que la huelga de Fariñas y la muerte de Zapata, quien cumplía 32 años de cárcel, hayan generado una gigantesca reacción internacional, considerada por La Habana “otra de las campañas mediáticas” en su contra. España anunció que esta semana expresará a los cubanos su “preocupación por la salud” de Fariñas; mientras la Casa Blanca demandó la “liberación de todos los presos políticos”, aunque sin suspender las pláticas sobre temas migratorios y postales, iniciadas tras la llegada al poder de Barack Obama, en un cambio a la política de su predecesor George Bush, quien puso su acento en “apoyar a la sociedad civil”, lo que equivale a la oposición, con un financiamiento anual de 50 millones de dólares.

Por su parte, la Iglesia católica ha llamado al gobierno nacional a crear “condiciones de diálogo y entendimiento”.

De tez negra y sin tiempo para formar familia, Orlando Zapata se transformó con su muerte en una bandera anticastrista, sobre todo fuera del país. Los medios locales guardaron cuatro días de silencio sobre este caso y ni una declaración del presidente Raúl Castro lamentando el desenlace de su huelga fue reproducida, razón por la cual la mayoría de los isleños nunca supo lo que ocurría hasta el 27 de febrero, cuando el diario oficial Granma dio su versión, afirmando que el reo había comenzado en 1993 su recorrido por las cárceles debido a una sucesión de “delitos comunes”, aunque al parecer habría iniciado su actividad política en 2002. De Fariñas tampoco hablan los medios.

Muchos de los líderes de la oposición cubana se han desprendido de las filas comunistas. Algunos fueron profesores de marxismo, abogados, poetas, diplomáticos, periodistas, hijos de dirigentes, pero Zapata, albañil de oficio, tuvo distinta trayectoria. “El caso de Orlando es el de esos muchachos que vienen de Oriente, como los miles que han venido para La Habana a buscar oxígeno, pero la diferencia es que él tomó conciencia de la situación y adoptó una actitud política; es la historia de muchos, algunos han tomado caminos distintos a la delincuencia, pero también han sido empujados por el salario que no alcanza y por las difíciles realidades económicas que todos conocemos”, opinó el opositor Óscar Espinosa.

La historia de la contrarrevolución, la disidencia o la oposición, según se la quiera llamar, es compleja y está signada por la misma radicalidad que ha caracterizado al proceso político cubano desde 1959 y por el enfrentamiento permanente de Washington.

En los primeros 20 años de revolución, la oposición se hizo a tiros, en acciones casi siempre coordinadas desde Miami por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), con saldo de más de mil 500 isleños muertos. Era la guerra fría y La Habana había apostado por Moscú. Pero hacia 1980, y en especial al desaparecer el aliado soviético en 1990, las condiciones cambiaron y la disidencia cubana asumió una vía de no violencia, sin dejar de recibir apoyo político o financiero de EU, y, en algunas ocasiones, en contradicción con el exilio radical de Miami, que sigue empecinada en liderar cualquier cambio violento en la isla.

El gobierno cubano considera a los disidentes “mercenarios” y sigue la política de no negociar ante “posiciones de fuerza o ultimátum” y se ha blindado con un tramado de leyes que aplica con severidad, disparando la intransigencia, aunque al mismo tiempo tolera la existencia de entidades como las Damas de Blanco, agrupación de madres, esposas e hijas de presos políticos, que cada domingo recorren una céntrica avenida habanera pidiendo la libertad de sus parientes, o la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, que lidera Elizardo Sánchez.

Un nuevo fenómeno, los blogueros, en su mayoría jóvenes y con Yoani Sánchez como figura más conocida, se ha incorporado en los últimos a años a estas posiciones, aunque el acceso local a Internet es reducido y controlado.

Empero, ni los opositores tradicionales ni los blogueros “logran conectar con la mayoría de los cubanos y sus insatisfacciones, o constituir una alternativa viable al régimen; son de momento figuras o grupos para el consumo exterior”, consideran algunos analistas.

Manuel Juan Somoza/La Habana, Milenio, 8 de marzo.

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