'Mi hijo no es un delincuente'

SANTA CLARA.- La entereza define a Alicia Hernández, madre del disidente Guillermo Fariñas, quien cumplió ayer 21 días en huelga de hambre para protestar por la muerte del también opositor Orlando Zapata y exigir al Gobierno la libertad de 26 presos políticos enfermos en Cuba.

Fariñas permanece ingresado desde el jueves en cuidados intensivos del hospital provincial Arnoldo Milián Castro, tras su segundo shock hipoglicémico.

"Sigue estable, alimentado por vía parenteral. Pero es imposible dar un pronóstico", dijo esta enfermera jubilada, de 75 años.

La madre de Fariñas recibió a REFORMA en su casa de La Pastora, zona aledaña a barrios marginales en Santa Clara, donde nació y se crió "Coco", sobrenombre de Fariñas.

Alicia recuerda que desde niño su hijo se relacionó con todos.

"Siempre fue desprendido, con un don para tratar a la gente humilde y lo que más le gusta es leer y estudiar. Conoce de todo y todos le consultan de cualquier tema, igual disidentes que militantes del partido", señaló.

Tal vez por ello, la madre resiente más que la prensa local lo tache de antisocial.

"Aquí sólo hablan de él para decir que es delincuente, loco y mercenario. Todo mentira. Siento pena por quienes lo dicen. Mi hijo es un intelectual dispuesto a morir por sus ideas", responde, serena, esta anciana que no olvida las penurias vividas.

"Trabajé muy duro desde los 15 años. Mi vida ha sido un sacrificio enorme para que mis hijos fueran personas útiles a la sociedad. Y ya ve, tengo el corazón como si me lo estuvieran apretando", declaró.

Dijo que no comparte la ideología ni la huelga de su hijo, aunque respeta a las personas con ideales distintos. En 1959 asistió como enfermera a los rebeldes en Santa Clara y, luego, en la invasión de Playa Girón.

"Pero en Girón nos dieron una orientación muy clara: había que asistir igual a los invasores heridos que a quienes los enfrentaban. Ésa era la ética revolucionaria", precisó.

Trabajó durante más de 40 años para la Revolución y estaba en proceso de covertirse en militante del Partido Comunista cuando su hijo regresó enfermo de la Unión Soviética.

"A partir de entonces todo cambió, vi mucho, y me dediqué a cuidarlo", dijo.

Fariñas, de formación militar desde niño, combatió en Angola y luego recibió su baja debido a una epilepsia causada por un accidente cuando estudiaba ingeniería de tropas químicas en la URSS.

Ya retirado, y aún militante de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), cursó la licenciatura en Psicología y un máster.

Alicia, quien se declara apolítica, afirma que Fariñas se radicalizó en un hospital infantil de La Habana, donde la corrupción que vio lo llevó a enfrentarse a la directora y dejar la UJC.

"Yo ignoraba más de cuatro cosas, pero luego fui entendiendo a mi hijo. Él defendía los principios de la Revolución y por denunciar a gente corrupta y poderosa lo hicieron talco y hasta lo quisieron hacer pasar por loco", explicó la madre.

Desde entonces, a Fariñas lo han maltratado mucho, dijo. Y no sólo en las tres veces que ha estado preso. En calles céntricas y oscuras, personas de civil lo han agredido, aunque también ha habido otros que lo han defendido.

"Por suerte somos una familia unida y los vecinos nos respetan. Yo me siento querida y apoyada cuando salgo a la calle", agregó.

Los médicos que atienden a Fariñas dicen que vivirá si decide comer y cuidarse. Mientras, Alicia ruega que otros Gobiernos ayuden al diálogo para que excarcelen a algunos presos en Cuba.

"A lo mejor no liberan a los 26, pero sí a los más enfermos. No hay que perder la esperanza", concluyó.
Yolanda Martínez enviada, Reforma, 17 de marzo.

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