Llegaron con los acuerdos planchados

Sin protestas callejeras, Hillary Clinton se alió del buen humor: ante los medios se presentó como una mujer que activa más los reflectores cuando calla que cuando no para de hablar.

Durante su discurso esquivó la tos con un par de tragos de agua y, aunque ansiosa por degustar el banquete alistado en la Secretaría de Relaciones Exteriores, accedió a posar junto a la canciller Patricia Espinosa: de frente, de perfil, mano con mano…

Ya el chef tenía listo el menú: crema de flor de calabaza, codorniz en salsa de xoconostle y nieve de frutas tropicales. Vendría un trajín de meseros, porque 110 personas, entre funcionarios e invitados especiales, ya esperaban en el gran comedor barroco.

Fueron horas tersas para la secretaria de Estado, no sólo por el convite frutal, sino por el trabajo previo de su comitiva —en especial del secretario de la Defensa Robert Gates y del jefe del Estado Mayor Conjunto Michael Mullen—, que, para cuando ella llegó al edificio sede, antes del mediodía, tenían amarrados los acuerdos y los planes.

Presume Sedena. Hubo, en realidad, dos agasajos: uno en la mesa y otro en la estancia frontal a los salones de la SRE, donde la Sedena organizó para los visitantes estadunidenses una exhibición de armamento decomisado durante la administración calderonista: eran alrededor de 50 armas, entre pistolas, ametralladoras, fusiles, escopetas y carabinas; unas con miras telescópicas, otras bañadas en oro. "Es para que la señora Clinton y los demás funcionarios vean nuestro trabajo", dijo uno de los militares en custodia.

Afuera, lo previsible: el ajetreo de soldados, marinos, federales, policías locales y elementos del Estado Mayor Presidencial —algunos disfrazados de civil— y del Servicio Secreto de Estados Unidos; un desfile de camionetas blindadas, patrullas y ambulancias… ¿Gritos? Acaso el de un grupo de mujeres que reclamaron la falta de apoyo para la repatriación de los restos de un familiar y peticiones aisladas a favor de una reforma migratoria… Fueron voces que Hillary no escuchó frente a la codorniz y el xoconostle…
Daniel Blancas Madrigal, Crónica, 24 de marzo.

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