Habrá reforma política este mes: Navarrete

El Senado sí aprobará una reforma política y “podríamos dar la sorpresa de hacerlo antes del 26 de marzo”, aunque no será exactamente la que propuso el Ejecutivo, aseguró el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores, Carlos Navarrete, en una reunión de trabajo con directivos y colaboradores de Crónica, que abordó diversos asuntos de la agenda política del país.

Estos son algunos de los puntos más relevantes de esa plática, que tocó muchos temas, desde la prematura carrera presidencial hasta el tema de las alianzas, pasando por la preocupación sobre el futuro de la izquierda en nuestro país.

El primer tema que Navarrete abordó fue el de la discusión de la reforma política en el Congreso de la Unión.

El presidente del Senado tomó rápidamente el toro por los cuernos y aseguró que “sí la habrá”, y adelantó que incluso “podríamos dar la sorpresa” de que se aprobara antes del 26 de marzo. Señaló que, por supuesto, no se aprobará tal cual la envió el presidente Calderón y que sólo una parte contará con el aval de todos los partidos.

Explicó que en la Cámara alta la mayoría constitucional sólo puede construirse a través de la suma de votos del PAN y otro partido grande. Por lo tanto, es posible que, mientras que varios aspectos serán votados por consenso, sería una mayoría PAN-PRD la que aprobaría las candidaturas independientes, una mayoría PAN-PRI la que daría el visto bueno a la reelección consecutiva de legisladores y presidentes municipales y, tal vez, se pueda combinar el voto conjunto PRI-PRD para dar vía libre a la ratificación de miembros del gabinete de parte del Senado.

Comentó que esto no garantiza la aprobación final del paquete de reforma política. “Si hay atorón será en la Cámara de Diputados”, dijo, donde hay otros equilibrios.

Se le preguntó qué tantas posibilidades habría de aprobar reformas económicas, como las que está urgiendo la iniciativa privada.

“Vendrán después”, respondió Navarrete. El gobierno quiere, pero no puede. El PRI parece estar decidido a ayudar al Presidente sólo lo indispensable para que no salga muy mal, no para que las cosas se arreglen de fondo. Y el PRD, aunque quisiera: no hace mayorías.

–¿Y el reclamo de los empresarios?

–Pues sí, tienen razón, pero al final es como un llamado a misa y las reformas no se harán hasta después del 4 de julio, cuando se vea cómo quedó el terreno. En todo caso, mientras más nos acerquemos al 2012 más difícil será aprobar las grandes reformas.

Un tema de coyuntura ha sido la relación entre el PRD y el secretario de Gobernación, dañada después del acuerdo que Gómez Mont firmó como testigo de honor. Se le preguntó a Navarrete al respecto.

El perredista respondió que “el Senado no puede romper la interlocución con el gabinete, aunque el secretario de Gobernación haya cometido dos errores”, que detalla: el primero, llevar a Segob temas electorales, que era algo del pasado y que se suponía había sido desechado; el segundo, “testificar en su oficina de un acuerdo que perjudicaba a un tercero”. Pero, insistió, la interlocución es necesaria en muchos temas. Es vital mantener el diálogo sobre seguridad y sobre qué hacemos con el papel del Ejército en la lucha contra el crimen organizado, cómo lo cubrimos y le damos una salida digna.

Más tarde se le comentó sobre las encuestas recientes que dan gran ventaja al PRI y a Enrique Peña Nieto rumbo al 2012.

Lo primero que señala Navarrete es que “la debilidad del gobierno adelanta los tiempos de la sucesión”, para luego decir que reconoce lo evidente, que es la ventaja del PRI y de Peña Nieto. Atribuye el repunte del tricolor a cuatro factores: el desgaste del gobierno panista, la crisis económica, el aumento de la violencia a partir del fracaso de la estrategia contra la delincuencia organizada y la división en el PRD.

Al respecto, dijo que ve claro que López Obrador puntea dentro de su partido para la candidatura, considera necesario crear “pesos y contrapesos” y no sólo “ir detrás de Andrés Manuel”.

Concede que AMLO es el probable candidato perredista, pero advierte: “Si mi amigo no cambia discurso, quedará en tercero”, para luego acotar “o en segundo, pero sólo si el PAN lanza a alguien de muy bajo perfil”.

¿Y en el Distrito Federal?

Navarrete se pone serio y afirma que para el PRD es fundamental mantener su principal bastión. Cuestión de vida o muerte: “En el DF en 2012 se juega el futuro, la supervivencia de la izquierda mexicana”. Afirma que, de perder, regresarían a tener sólo espacios testimoniales y que la izquierda en nuestro país “no es una invención de los líderes, recoge planteamientos de la población”.

Pasamos al tema candente de las alianzas electorales en 2010 y le preguntamos qué gana el PRD con ellas.

“Enderezar el piso de competencia”, responde. Dice que su obligación es parar la percepción de que el PRI va derecho por todas las posiciones y por el carro completo. Afirma que sería muy peligroso para el país retornar a la época de partido hegemónico, porque implicaría regresiones hacia un presidencialismo muy fuerte, con notables tentaciones autoritarias. Por eso, dice, “nos oponemos a gobiernos autoritarios como el de Ulises Ruiz y tenemos que lanzar un llamado de atención sobre la posibilidad de que algo parecido se reproduzca a nivel nacional”.

Se le cuestiona entonces sobre la diferencia de principios y proyectos entre el PAN y el PRD. Navarrete da su punto de vista con claridad, y de ahí pasa, de nuevo, a hacer un diagnóstico de los problemas de la izquierda mexicana.

La respuesta en sentido estricto es que “los temas electorales no son de principios, sino de táctica”. El corolario, que “las organizaciones políticas no deben convertirse en congregaciones religiosas”, donde sólo caben los creyentes. De ahí al diagnóstico de la izquierda que hace el presidente del Senado hay un paso muy corto.

Navarrete recuerda que no hay una izquierda, sino varias izquierdas. Una “izquierda social”, movilizadora, que considera que sólo a través de presiones se consiguen las cosas; una “izquierda socialdemócrata, a la que yo me adscribo”, que busca acabar con las desigualdades sin dejarle toda la tarea al Estado, y una “izquierda radicalizada”, que a lo mejor de buena fe se escuda en su supuesta pureza.

Y abunda: “El drama fue que, mientras en muchos países decidieron zafarse de la extrema izquierda –es el caso de España, de Italia, de Chile, de Brasil donde hubo una limpia en el PT– y las figuras emblemáticas se corrieron al centro, en México ha sucedido lo contrario”. Navarrete dice que AMLO fue exitoso cuando se movió al centro y un desastre cuando se radicalizó, y lo atribuye a que “Andrés Manuel está impregnado de la visión presidencialista que el PRI construyó durante 70 años, la cultura de que el presidente lo puede todo… eso es algo que hay que evitar, sea la figura carismática de izquierda, de derecha o de centro”, concluye.
Guillermo Ortega Ruiz, Crónica, 10 de marzo.

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