Uribe y las lecciones de la historia

BUENOS AIRES.— Álvaro Uribe duda si escuchar a todos aquellos que le piden que desconozca sus altos índices de popularidad y desista de una, por ahora, segura nueva reelección.

Tal vez el mandatario colombiano podría revisar lo que pasó con aquellos países vecinos en donde se cambiaron las constituciones y los presidentes lograron ser reelectos con altos porcentajes de votos. Ahí podría descubrir que las segundas etapas y más aún las terceras, nunca fueron buenas.

La liberación de Íngrid Betancourt llegó en el momento político más apremiante para la administración Uribe: cuando la justicia amenazaba con invalidar las elecciones de 2002 y la oposición se preparaba para frenar otro cambio constitucional que le permita una segunda reelección.

Luego de la operación Jaque, las acciones electorales de Uribe se dispararon. El encantamiento de los colombianos con su presidente es total. Y la situación es por demás singular si se la compara con otros casos de la región.

En 1995, Perú dejaba atrás la etapa de la violencia y Alberto Fujimori era reelecto, gracias a la estabilización de la economía y a que terminó con la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso. Cinco años más tarde, el fujimorato tuvo que apelar al fraude y a la represión para perpetuarse en el Palacio de Pizarro. Aquel tercer mandato duró dos meses y el hoy reo más famoso de Perú terminó huyendo del poder.

“El de Perú es un espejo en el cual Uribe debería mirarse”, opina el ex candidato a la presidencia colombiana Carlos Gaviria.

Más a mano para revisar Uribe tiene el caso de Venezuela. Luego de perder “el referéndum de la perpetuación” en diciembre pasado, el presidente Hugo Chávez aún intenta remontar el golpe político.

Hay un caso bien actual. El de los Kirchner. Hace menos de un año ganaron las elecciones con más de 50% de los votos y ahora, después de cuatro meses de iniciado un conflicto sectorial, el de los productores agropecuarios, el gobierno argentino se encuentra inmerso en una crisis económica y política cuyo final no sea avizora aún y con la popularidad por los umbrales de las encuestas.

Por eso, si Uribe insiste en no escuchar a sus allegados, a analistas y expertos para que desista de los intentos perpetuatorios, tiene a la mano la historia reciente de las reelecciones en América del Sur, por si se anima a revisarla para no caer en la tentación.
José Vales, corresponsal, El Universal, 13 de julio.

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