La libertad “se valora cuando se pierde”, por eso hay que estar encima de los países democráticos para recordarles su “obligación moral de ayudar a que los cubanos recuperen su libertad. Así piensa el escritor Mario Vargas Llosa, quien ayer ejerció de moderador en el foro Cuba, de la dictadura a la democracia, que reunió en Madrid a políticos e intelectuales de la isla.
Llosa fue muy crítico con la decisión de la Unión Europea (UE) de levantar las sanciones al régimen cubano porque, en su opinión, “no se aplaca a los tigres echándoles corderos” o con gestos que pueden ser percibidos como de debilidad.
En el debate intervinieron los escritores cubanos disidentes Rafael Rojas, Zoé Valdés y Raúl Rivero, el cineasta Orlando Jiménez Leal y el periodista Carlos Alberto Montaner. Todos coincidieron en que la transición está cada vez más cerca y en que, la muerte de Fidel Castro, marcará un antes y un después en el país.
Montaner vaticinó que, tras la muerte de Fidel, Raúl “se verán obligado a afrontar el inapelable desmantelamiento de un sistema disparatado en el que ya nadie cree, ni siquiera en el círculo de poder”, y será entonces cuando su gobierno tenga que decidir entre abrir el juego democrático o mantener el poder por la fuerza”.
Rafael Rojas achacó la falta de crítica al gobierno cubano de muchas voces latinoamericanas a “la eficaz difusión de fantasía sobre el pasado de la Revolución”.
“No es verdad —dijo— que en la primera década del siglo XX Cuba fuera un país de latifundios y de terratenientes”, y destacó que en esa época la renta per cápita era el doble del de España.
Llosa fue muy crítico con la decisión de la Unión Europea (UE) de levantar las sanciones al régimen cubano porque, en su opinión, “no se aplaca a los tigres echándoles corderos” o con gestos que pueden ser percibidos como de debilidad.
En el debate intervinieron los escritores cubanos disidentes Rafael Rojas, Zoé Valdés y Raúl Rivero, el cineasta Orlando Jiménez Leal y el periodista Carlos Alberto Montaner. Todos coincidieron en que la transición está cada vez más cerca y en que, la muerte de Fidel Castro, marcará un antes y un después en el país.
Montaner vaticinó que, tras la muerte de Fidel, Raúl “se verán obligado a afrontar el inapelable desmantelamiento de un sistema disparatado en el que ya nadie cree, ni siquiera en el círculo de poder”, y será entonces cuando su gobierno tenga que decidir entre abrir el juego democrático o mantener el poder por la fuerza”.
Rafael Rojas achacó la falta de crítica al gobierno cubano de muchas voces latinoamericanas a “la eficaz difusión de fantasía sobre el pasado de la Revolución”.
“No es verdad —dijo— que en la primera década del siglo XX Cuba fuera un país de latifundios y de terratenientes”, y destacó que en esa época la renta per cápita era el doble del de España.
EFE en Madrid, Crónica, 8 de julio.
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