“No sé qué haré ahora. Me programé para cuatro años más en la selva”

Tras casi siete años de duro cautiverio, Íngrid no sabe qué hará en el futuro.
“Esta libertad me llega de golpe y estoy todavía bajo la anestesia del shock”, dijo.
“No sé que haré en el futuro —explicó—. Me había programado para cuatro años más en la selva”, donde dijo que recibió un trato que “no era para un ser humano ni para un animal”.
Lo primero que quiere hacer, una vez terminen las ceremonias y actos de bienvenida, es irse unos días con sus hijos.
Aunque lamentará toda su vida el dolor que ha causado a su familia con su secuestro, dijo que si volviera a estar confrontada a una situación frente a sus principios y a lo que cree “importante en la vida”, dijo con la voz entrecortada que repetiría la decisión que tomó aquel fatídico día de febrero de 2002.
Betancourt fue secuestrada por la guerrilla cuando acudía a una localidad cuyos habitantes le habían pedido apoyo y pensaban que ella podía ser un “escudo” frente a represalias.
Al describir las condiciones de su secuestro, dijo que “no era un trato que se puede dar a un ser vivo”: sólo había “crueldad, arbitrariedad y maldad”.
Explicó que sintió a veces “espasmos de odio” contra sus secuestradores, pero los combatió porque pensaba que una vez libre, quería ser “libre de odio y venganza”, que son “actitudes que te hacen esclavo”.
Espera que las FARC “rectifiquen” y dijo que son “una organización que ya no representa nada en Colombia, nada bueno, ni respetable”.
Preguntada sobre los problemas de salud que sufrió en su cautiverio, dijo que llegó a una situación “crítica” en la que no podía alimentarse ni moverse y le costaba beber.
Las FARC le denegaban medicamentos, pero tuvo la suerte de contar con la “ayuda y solidaridad” de un compañero de infortunio, enfermero, que la cuidó.
Llegó a un punto en que entendió que “la muerte era una posibilidad”: “en la selva la muerte llega de repente, por la noche. Dado el estado de mi cuerpo, pensé que era una opción. Hice un esfuerzo espiritual de ponerme en paz conmigo misma y con Dios y aceptar esa posibilidad”, manifestó.
Crónica, 4 de julio.

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