Íngrid pide a Uribe que deje su “vocabulario radical y de odio”

Pasada la euforia inicial, la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt recupera su lado más político y le pide a su liberador, el presidente colombiano Álvaro Uribe, que cambie “ese vocabulario radical, extremista y de odio”.
Tras reconocer que Uribe ha sido “muy hábil y muy fuerte” en su política de seguridad, cuyo fruto ha sido su liberación y la de otros 14 rehenes, dijo que “estamos en un momento en el que hay que cambiar de vocabulario”.
La ex candidata pidió a Uribe que dé “al otro (a las FARC) el espacio de respeto y tolerancia para que salve la cara y pueda, en un momento dado, aceptar hablar con aquel al que odia, el enemigo al que combate”.
Sobre las FARC, que dijo “cosechan los frutos de la sangre y el terror” que han sembrado en el país, Betancourt dijo que para ellos también es una ocasión de “rectificar, cambiar, decir que no es el buen camino”.
Temen por su vida. Íngrid, protagonista de una operación de rescate que va a ser llevada al cine por un director colombiano, confirmó que no participará el 20 de julio en la marcha por la paz y la liberación de los rehenes que quedan en manos de las FARC, convocada en Colombia.
“Mi familia tiene miedo. No iré”, dijo Betancourt, al explicar que hay que ser “inteligente” y “quizá no es el momento de volver”, ya que las FARC han sufrido “un golpe terrible” y podrían tener ganas de vengarse: “más vale ser prudente”, sentenció.
“No olvidaremos”. Uno de los tres contratistas estadunidenses liberados, Tomas Howes, dijo sentirse “feliz” de regresar a EU.
“Estamos bien, pero no olvidaremos a los que se quedaron atrás en cautiverio”, declaró, tras pedir a sus captores que libere al resto de rehenes.
Howes dijo que fueron víctimas del “odio, abuso y tortura” de las FARC durante sus más de cinco años de cautiverio.
“Dicen que lo que quieren es la igualdad y una Colombia mejor, pero todo eso es una mentira para justificar sus actos criminales”, dijo otro de los rehenes, Marc Gonsalves.

Agencias en París y Washington, Crónica, 8 de julio.


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