“La selva es un mundo absolutamente hostil”

BERLÍN.— Durante seis largos años, Íngrid Betancourt, la rehén más famosa del mundo, lloró de impotencia en medio de la selva colombiana, al darse cuenta que nada ni nadie podía ayudarle a recuperar su libertad y que las FARC, el implacable ejército narco-guerrillero, la consideraba como uno de sus trofeos de guerra más valiosos.
Pero ayer, la ex candidata a la Presidencia de Colombia de 46 años lloró de alegría al pie de la escalerilla del avión de la flotilla del Elíseo en el que viajó desde Bogotá junto a sus familiares, al darse cuenta que las autoridades de su país adoptivo habían decidido recibirla como una heroína.

“Francia es mi casa, ustedes son mi familia y a todos ustedes los llevo en mi corazón”, exclamó la ex rehén de las FARC, tras coger de la mano a Nicolas Sarkozy, el presidente de Francia, que ordenó darle a Íngrid Betancourt un recibimiento reservado sólo a los Jefes de Estado.

El matrimonio Sarkozy-Bruni, además de darle la bienvenida en la base militar de Villacoublay, en las afueras de París, también le abrió las puertas del Palacio del Elíseo, donde se organizó una recepción con docenas de voluntarios de los comités que lucharon durante años por su liberación.

En ese acto, arrancó al presidente Sarkozy la promesa de un próximo viaje a Sudamérica para agradecer su liberación a sus colegas de Colombia, Venezuela, Ecuador y Argentina y el compromiso de proseguir en la lucha a favor de los demas rehenes.

“Bienvenida. Francia la quiere y está feliz”, dijo el presidente Sarkozy al dar la bienvenida a Betancourt. “La esperábamos desde hace mucho tiempo. Toda Francia está impresionada de como vuelve, con esa sonrisa, esa fuerza”, añadió Sarkozy, que minutos antes se había olvidado del rígido protocolo y la había abrazado, al igual que su esposa, al pie de la escalerilla del avión.

El gobierno también puso a disposición de su ilustre huésped el palacio de Marigny, residencia habitual de los mandatarios extranjeros de visita oficial, donde Íngrid Betancourt se enfrentó por primera vez a un pequeño batallón de periodistas que deseban saber qué país había pagado un rescate de 20 millones de dólares para obtener su libertad.

Durante su encuentro con la prensa, Betancourt anunció que desea viajar a Lourdes y a Roma para entrevistarse con el Papa Benedicto XVI. Pero este sábado será sometida a una serie de exámenes médicos para comprobar las consecuencias en su salud de seis años y cuatro meses de cautiverio en la jungla. “La selva es un mundo absolutamente hostil, lleno de bichos horribles y animales peligrosos, pero los más peligrosos son los hombres, los que tenía detrás empujándome de con sus fusiles”, dijo la ex rehén, feliz de haber recuperado su libertad y de encontrarse en su segunda patria.

Enrique F. Molinero, corresponsal, El Universal, 5 de julio.


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