El Senado, vestido de morbo

El Chicago Boy proyecta una imagen de seguridad absoluta, pero su equipo de 15 funcionarios se tensa cada vez que voltea en espera de que le hagan caso. Agustín Carstens ordena y causa una onda expansiva de poder entre los mandos de la Secretaría de Hacienda que lo acompañan en el patio del Senado.

Hora tras hora, su rostro es de samurai de las finanzas. Ni un gesto responde a los alfileres de crítica al proyecto de reforma petrolera, que encajan Carlos Tello Macías, artífice de la nacionalización de la banca con José López Portillo, o Benito Osorio Romero, egresado del Politécnico.

A la tercera hora de debate toca hablar a Carstens, que en los arrebatos de elocuencia sólo mueve la mano izquierda. Nada que ver con el secretario de Hacienda sudoroso del año pasado en San Lázaro.

Es el ponente más relevante en la reunión 14 del debate petrolero. Imán de legisladores que ya no venían y colman filas y presídium. En las primeras horas, hasta hay oyentes de pie.

El Senado, casona de la alta política, está vestido de morbo. Allí, las discusiones han acusado a un villano del desastre de Pemex: la secretaría de Hacienda, personificada por Carstens. Y cuando se supone que el titular de Hacienda va a ser barrido por la crítica más violenta de las fuerzas del Frente Amplio Progresista (FAP), que ha vuelto a tocar tambores de toma de tribunas, encara con argumentos a los expertos.

A fuerza de hablar claro, de incursionar sin protocolo en lo claridoso, de dar respuestas contundentes, de convicción, no de queda-bien, el doctor en Economía de la Universidad de Chicago, egresado del ITAM —pero, ¡por supuesto!— sobresale como interlocutor de, por ejemplo, los senadores Francisco Labastida y Arturo Núñez y de los ponentes como él, Benito Osorio, Carlos Tello Macías y Francisco Suárez Dávila.

Salir librado de una polémica que promete batallas civiles en defensa del petróleo tiene táctica y estrategia.

Al caso: la protección personal al funcionario es la más numerosa hasta hoy, y se ha reforzado la vigilancia.

El séquito de funcionarios, encabezado por los subsecretarios, obtiene papeles de la nada y ofrece explicaciones al oído del personaje.

Hay que agregar los buenos oficios de un par de ponentes de la causa oficial. Esteban Levín Balcells, coordinador de Finanzas de Pemex, aligera la carga a don Agustín en diversas respuestas a inquietudes de legisladores. El mismo apoyo agradecerá a otro Chicago Boy, Gerardo Vargas, ex tesorero de Pemex, que aporta datos.

Carstens, Levín y Vargas son egresados del ITAM, la institución académica defensora del proyecto Calderón.

En la cuarta fila, una legión del Parque Jurásico observa a la nueva generación del poder: Manuel Bartlett, Jesús Silva Herzog, Manuel Tello Macías, samuráis de la política.
Juan Arvizu Arrioja, El Universal, 2 de julio.

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