El jefe del ejército colombiano, ligado a comandos clandestinos y matanzas

Montevideo, 6 de julio. El general Mario Montoya Uribe, el jefe del ejército colombiano al que Ingrid Betancourt agradeció el miércoles pasado haberla rescatado de su cautiverio de más de seis años en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), tiene un controvertido expediente de servicios.

Un cable de la embajada estadunidense en Bogotá fechado en 1979, desclasificado a pedido del no gubernamental National Security Archive (NSA) de Estados Unidos, “revela que un batallón de inteligencia del ejército colombiano ligado a Montoya creó una unidad clandestina terrorista entre 1978 y 1979”, señaló el investigador Michael Evans en la revista Semana en junio de 2007.

“Bajo la fachada de la Alianza Anticomunista Americana, el grupo fue responsable de varios ataques dinamiteros, secuestros y asesinatos contra grupos de izquierda durante esos años”, agregó.

Evans, investigador del NSA, también se refirió al hallazgo en 2007 de una fosa común en el departamento de Putumayo, con restos de más de cien víctimas asesinadas cuando Montoya lideró la Fuerza de Tarea Conjunta del Sur, “financiada por Estados Unidos y encargada de coordinar operaciones antinarcóticos y contrainsurgentes en esta región entre 1999 y 2001”.

Montoya era jefe de la cuarta brigada del ejército con jurisdicción en el municipio de Bojayá, en el occidental departamento del Chocó, cuando ocurrió la matanza de 119 civiles en la aldea de Bellavista, en mayo de 2002.

El 21 de abril, unos 250 paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) llegaron a Bellavista, tras pasar por un retén permanente de la marina, otro de la policía y un tercero del ejército.

El primero de mayo comenzaron los combates entre las FARC y las AUC. Más de 300 personas se refugiaron en la iglesia de Bellavista, detrás de la cual se parapetaron los paramilitares. Al día siguiente, los guerrilleros arrojaron un tanque de gas lleno de explosivos que cayó en el templo, matando a 119 personas, entre ellos 44 niños, y dejando más de 100 heridos y mutilados.

El ejército llegó cinco días después. Sobrevivientes de la tragedia relataron el año pasado a Ips la llegada del general Montoya al lugar y cómo, frente a las cámaras de televisión, lloró por los pequeños muertos, exhibiendo un zapatito de una costosa marca desconocida para los niños de la zona.

Un informe en poder de la Agencia Central de Inteligencia, filtrado al diario Los Angeles Times en marzo de 2007, indica que Montoya y el paramilitar Bloque Cacique Nutibara “planificaron y condujeron una operación militar para eliminar guerrillas marxistas de los suburbios pobres de Medellín”, que dejó 14 muertos y unos 50 desaparecidos en octubre de 2002.

Además de su estrecha colaboración con oficiales estadunidenses en el Plan Colombia, Montoya fue instructor de la ex Escuela de las Américas.

IPS, La Jornada, 7 de julio.


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