Celebra el mundo rescate quirúrgico de Betancourt

El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, asestó un durísimo golpe a las FARC tras arrebatarle mediante engaño y “sin dar un solo tiro” el botín más valioso de la guerrilla, la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt, secuestrada desde hace seis años y medio, además de los tres estadunidenses que estaban cautivos y once soldados y policías colombianos.
El feliz desenlace de esta inaudita acción fue bautizada como “Operación Jaque”, se logró tras conseguir el ejército colombiano infiltrarse en las FARC y hacer creer a dos rebeldes que cuidaban a los cautivos que iban a una cita con el máximo jefe rebelde, alias Alfonso Cano.
La acción militar, que se cumplió sin efectuar un solo disparo, se desarrolló en los departamentos selváticos del Guaviare y Vaupés, en el sur de Colombia, desde donde los liberados fueron trasladados a Bogotá, mientras los estadounidenses Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves fueron llevados inmediatamente a su país.
“Un gran golpe”. “Estamos muy contentos, muy alegres, este es un gran golpe que nos debe alegrar a todos y al mundo entero”, afirmó el ministro colombiano de Defensa, Juan Manuel Santos, al comunicar el resultado de la operación.
Con el rescate de estos 15 rehenes, el grupo de secuestrados que las FARC considera “canjeables” por guerrilleros presos se redujo ayer a tres civiles y 22 militares y policías.
Horas después y tras seis años y medio de un secuestro que movilizó a miles de personas en todo el mundo que exigían su libertad, Betancourt, menos delgada que en su último video y ataviada con un chaleco y un sombrero militar, llegó a Bogotá junto al grupo de soldados y policías que sufrió junto a ella el cautiverio, algunos durante casi diez años.
Betancourt, que como candidata del partido Oxígeno iba a competir en las elecciones de 2002 con el ahora mandatario Álvaro Uribe, pero no pudo presentarse pues fue secuestrada durante la campaña, fue recibida por su madre, Yolanda Pulecio, tan pronto descendió de la escalera del avión y ambas se fundieron en un abrazo.

© “Si fracasa la negociación, hay que confiar en los militares”
Íngrid, quien se convirtió en el símbolo viviente del trágico conflicto colombiano, aseguró que la operación militar que permitió el rescate de los secuestrados “fue absolutamente impecable” y elogió la política de seguridad del presidente Uribe, muchas veces criticada por su madre, Yolanda Pulecio, durante su cautiverio.
Su reelección “ha sido muy buena para Colombia”, aunque “eso no quiere decir que comulgue con todo lo que dice”, dijo.
“Agradezco a Dios y a los soldados de Colombia”, destacó emocionada en sus primeras declaraciones.
Sobre los que siguen secuestrados por las FARC, declaró que si la liberación no se consigue por la vía de la negociación, hay que tener “confianza en las fuerzas militares”.
“Gracias al Ejército móo, de mi patria Colombia, gracias por la impecable operación [de rescate], fue perfecta”.
Por último hizo una referencia a los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Ecuador, Rafael Correa, de quienes dijo: “Pienso que son aliados importantes en este proceso, pero bajo un condicionante que tiene que ser el respeto de la democracia colombiana”.

© “Es el día más feliz de mi vida”, dice su hijo Lorenzo
El hijo de Íngrid Betancourt, Lorenzo Delloye, dijo que la liberación de su madre transformó a este en “el día más feliz de mi vida”, momentos antes de emprender vuelo desde París a Colombia, junto con su hermana, Melanie, para reencontrarse con su mamá.
“Mamita bella, si me oyes quiero decirte que te amo mucho, mucho, mucho”, dijo emocionado el joven desde París a la televisión colombiana.
El joven agradeció “enormemente” a toda la gente que se preocupó por la salud y la liberación de su madre “en el momento en que menos lo esperábamos”.
“Este es un combate que ha tomado tiempo pero es un combate que se gana”, dijo Lorenzo, quien manifestó preocupación por la salud de Ingrid Betancourt y aseguró que “ese combate sigue hasta que estén todos los rehenes liberados”.
Agencias en Bogotá, Crónica, 3 de julio.

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