Casi tres horas, cediendo la palabra a los jefes militares, al comandante en Jefe, general Freddy Padilla, a cada uno de los liberados. Todos se explayaban a su gusto, alabaron al ejército, al gobierno y al Plan de Seguridad Democrática. Uribe incluso se dio el lujo de un disparate que quedará en los anales de la comunicación política.
Siempre teniendo en cuenta el tradicional humor colombiano.
A través de la cadena nacional y oficiando de maestro de ceremonias, Uribe se mostró coloquial y menos afecto al micrófono que su colega venezolano. Incluso pudo salir rápido del mal paso que dio en cámaras cuando tenía la palabra el cabo del ejército, Armando Florez.
Florez narraba su experiencia en cautiverio, sus vivencias en la selva y la pena que le daba “el haber dejado a mi capitán Herrera allá en la selva ….” Con la misma dinámica de la ceremonia televisada para todo Colombia y el mundo, Uribe lo interrumpió, al igual que hizo con todos y le advirtió: “Mi cabo, quédese tranquilo y tengamos paciencia porque con el heroísmo de nuestras Fuerzas Armadas, el profesionalismo de la Inteligencia del ejército, la fe de los familiares, la acción del gobierno y también necesitaríamos un gesto de las FARC, el capitán pronto estará con nosotros. Delo por seguro….”
De inmediato, el cabo Florez retomó raudo la palabra para aclarar: “Mi presidente, tal vez usted como mucha gente por nuestra situación que pasamos nosotros allí no lo sepa, pero mi Capitán Herrera ha muerto...”. Más allá de la “gaffe” y la anécdota, esa fue la única aparición pública del presidente desde que el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, anunció la liberación de los rehenes.
José Vales, corresponsal, El Universal, 4 de julio.
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